...ni de las sonrisas de las mujeres, que nos afectan más que el mal de altura...
En todos estos centros turísticos hay que pasar por taquilla, para nosotros intentar colarse es ya una especie de pasatiempo pero no siempre tenemos suerte. Mientras entretenemos al portero, Aitortxiki entra hasta la cocina, pero aquí hasta las piedras tienen ojos...
...y nos toca pagar como al resto de guiris. Pero merece la pena, porque hay un emocionante partido de ping-pong aquí dentro,
del que nadie pierde detalle.
No hay prisas y cualquier momento es bueno para tomarse un descanso,
aquí nadie te escatima un saludo o una sonrisa.
Los tenderos sacan el género a la acera en la calle principal...
...y en los oscuros y húmedos callejones las gallinas campan a sus anchas...
...vigilando a la prole con el rabillo del ojo.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
7. PATAN y BHAKTAPUR
Tratando de escapar de la burbuja occidental de Thamel, donde solo los camareros y los camellos son autóctonos, nos acercamos dando un paseo hasta Patan, que queda al otro lado del río Bagmati. Esta ciudad también es conocida por su nombre sánscrito Lalitpur (ciudad de la belleza), así que no podíamos pasar por alto esta visita.
La parte vieja de la ciudad es un bello ejemplo de arquitectura tradicional, con templos y callejuelas ideales para perderse.
Hay gente que se acerca hasta aquí para rezar o meditar, no es nuestro caso. Nos limitamos a admirar la arquitectura, disfrutar de la atmósfera del lugar y a disparar algunas fotos.
Para los críos es un parque de atracciones para jugar y divertirse...
... para los jóvenes un lugar de reunión donde conversar...
...y para los más desfavorecidos es simplemente un rincón donde cobijarse.
Sea cual sea la razón que trae aquí a cada uno, es un sitio mágico.
Aunque Nepal es mucho más limpio que India, también se ven escenas que te cierran el estómago. Como la de esta carnicería al aire libre, donde los perros dan buena cuenta de la sangre que corre por la acera.
Por enésima vez, los hindúes están de festival, pero no nos preguntéis de cuál se trata esta vez, porque aquí celebran más fiestas que en Agurain.
El fuego no puede faltar, da ambientillo y la humareda mata otros olores.
Este hombre se encarga de las ofrendas y de poner un pegote en la frente a los que se dejan.
Todas las ofrendas pasan por sus manos.
Este pobre Baba no puede con su alma. Y es que tanta fiesta acaba con cualquiera
Salimos del templo y seguimos callejeando y disfrutando de las escenas del día a día...
...pero no dura mucho la tranquilidad. Se celebran sacrificios de animales por doquier, y nos topamos a una cuadrilla degollando una cabra en mitad de la calle. Una imagen bastante gore.
El caso es que nos entra el hambre después de contemplar la matanza, y subimos a una terraza a comer y a disfrutar de las vistas.

Esta cría nos asegura que es hincha del glorioso Deportivo Alavés.
Decimos Agur a Patan...
...y tras otra mañana de duro madrugar nos acercamos a Bhaktapur, conocida como la ciudad del arroz. 
La plaza esta llena de jóvenes de viaje de estudios, pero mientras los profesores se dejan la garganta describiendo los monumentos, l@s adolescentes tienen cosas mejores que hacer. 
Siempre es un placer ver a txabales disfrutando sin necesidad de la maldita Play Station. Quién la necesita teniendo dos amigos y un par de neumáticos viejos?
El casco antiguo es peatonal, por lo que cualquier sitio es seguro para echar una siesta.
Algunos se levantan de la cama con una sonrisa...
...otros pasan el día con gesto de preocupación...
...o arreglando el mundo en una tertulia.
Pero todo se ve más bonito con una flor en el sombrero.
Namasteeeee! Vamos a echar de menos esta hospitalidad. No nos cansamos de oir los saludos de l@s mas txikis...
6. KATHMANDU
Aunque tiene mala fama, Kathmandu no le llega a la suela de los zapatos de ninguna ciudad india en lo que se refiere a contaminación y/o mierda en sus calles. Los hippies que ocuparon durante los años 60 las calles de Freak Street han sido sustituidos por viajeros ataviados con ropa de montaña que prefieren los lujos occidentales de Thamel a la sobriedad de Freak Street.
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Y cómo no encontramos a los famosos Babas, nuestros amigos parásitos, que al olor del dinero acuden al templo a sacar los cuartos a lso visitantes
Dejamos las cremaciones a un lado y nos vamos a Bodhnath, donde se encuentra una de las mayores Stupas (templos budistas) del mundo. Está intimamente ligado a los refugiados tibetanos, donde mantienen vivas sus costumbres y creencias. Ya desde hace siglos los comerciantes tibetanos provenientes de Lhasa hacían sus ofrendas para agradecer el éxito del largo viaje realizado o para pedir protección para el viaje de retorno. Hoy en día los monjes dominan la plaza
Que nadie llame a Bush, no es ninguna réplica del 11-S
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